Guernica, el gueto de Varsovia y ahora Gaza

Por Melvin Goodman

raducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

«El doloroso denominador común de las tragedias de Gaza y del gueto de Varsovia es el absoluto desprecio por las vidas humanas en un escenario de guerra por parte de los ciudadanos, incluso de los países más ilustrados.  Ese desprecio es mucho más doloroso cuando lo comete ‘nuestra propia gente’, ya sean los soldados estadounidenses en Vietnam e Irak o los soldados israelíes en Gaza» (Alex Hershaft, superviviente del gueto de Varsovia, The Washington Post, 22 de diciembre de 2023).

“Hamás debe ser destruido, Gaza debe ser desmilitarizada y la sociedad palestina debe ser sometida” (Primer ministro Benjamin Netanyahu, Wall Street Journal, 26 de diciembre de 2023).

“¿Cuántas muertes harán falta para que sepa que ha muerto demasiada gente?» (Bob Dylan, Blowing in the Wind, 1962).

El bombardeo nazi de Guernica, ciudad vasca del norte de España, tuvo lugar en 1937, durante la Guerra Civil española. Los alemanes estaban probando su nueva fuerza aérea y sus bombas mataron o hirieron a un tercio de los 5.000 habitantes de aquella localidad. Pablo Picasso captó la agonía de Guernica en un cuadro que se considera la más emotiva y poderosa expresión antibelicista. El cuadro muestra el sufrimiento causado por la guerra moderna y trasmitió las atrocidades de la Guerra Civil española a un público internacional.

En el caso de Palestina, probablemente Picasso habría utilizado la destrucción de los hospitales de Gaza para representar el terror y el horror del uso de artillería pesada por parte de Israel.  Al igual que el bombardeo nazi de Guernica tenía un aspecto casual, el uso que Israel hace de su fuerza aérea es casual en su destrucción de la infraestructura de Gaza, de hecho de la propia Gaza.  El uso de bombas de media y una tonelada suministradas por Estados Unidos desmiente la afirmación de Israel de que el objetivo principal de la guerra es destruir a Hamás. El objetivo principal de la guerra de Israel es destruir la propia Gaza; es el último paso de los constantes esfuerzos realizados por Israel durante 75 años para desplazar a los palestinos que habitan desde el río hasta el mar.  El gabinete de guerra derechista y el ejército de Israel y no están apuntando a Cisjordania, donde el número de muertos va en aumento.

El gueto de Varsovia albergaba a 350.000 judíos que, como los habitantes de Gaza, sobrevivían al hambre y la enfermedad cuando los nazis iniciaron su campaña de liquidación.  Tras concentrar allí a los  judíos, los nazis desplegaron tanques y artillería pesada para destruir a los 50.000 supervivientes y arrasar todos los edificios, hasta que el gueto de Varsovia dejó de existir.  La destrucción israelí de Gaza está diseñada para garantizar que los palestinos no tengan un lugar donde vivir.

El New York Times y el Washington Post han desmentido la afirmación de Israel de que el hospital al-Shifa de Gaza estaba directamente implicado en las actividades de Hamás y que los edificios del complejo al-Shifa estaban situados sobre túneles subterráneos que se utilizaban para dirigir ataques con cohetes y dirigir a los combatientes.  El análisis del Post demostró que «las habitaciones conectadas a la red de túneles… no mostraban indicios inmediatos de uso militar por parte de Hamás»; «ninguno de los cinco hospitales parecía estar conectado a la red de túneles»; y que no había «ninguna prueba de que se pudiera acceder a los túneles desde el interior de las salas del hospital».  Los israelíes mintieron y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) corroboró sus mentiras.

En general, los principales medios de comunicación siguen ayudando a los propagandistas israelíes a presentar sus argumentos a la audiencia internacional.  Los medios estadounidenses se refieren constantemente al asesinato el mes pasado de tres rehenes israelíes por el ejército israelí como «accidental».  No hubo nada «accidental» en su muerte; fue intencionada, ya que los rehenes iban sin camiseta, llevaban una bandera blanca, levantaban las manos, hablaban hebreo y colocaban avisos de SOS, además de garabatear «¡Socorro! 3 rehenes» en hebreo en las paredes cercanas.  Puede que el tiroteo fuera «erróneo», pero no fue «accidental».  Los soldados israelíes pretendían matar a los tres hombres; simplemente no sabían que eran israelíes. El padre de una de las víctimas preguntó conmovido por qué los soldados no se limitaron a dispara a su hijo en la pierna.

La matanza apunta a un incumplimiento ético de las tropas, según Ron Ben-Yishal, columnista jefe de seguridad nacional del periódico Yediot Ahronot, que ha informado sobre todas las guerras de Israel desde la Guerra de los Seis Días de 1967.  Estos incumplimientos son previsibles a la vista del racismo israelí hacia los palestinos.  La ex primera ministra Golda Meir los calificó de «cucarachas» antes de la guerra de octubre de 1973.  El ministro de Defensa Yoav Gallant ha descrito a los palestinos como «animales humanos» y ha dicho que «actuamos en consecuencia».  De este modo, Gallant justifica el crimen de guerra israelí que supone cortar los alimentos y el agua a los residentes de Gaza.

Los medios de comunicación estadounidenses han apoyado la versión de Israel de que los disparos contra los rehenes se debieron al «miedo y la confusión» causados por la «guerra de trampas y engaños» de Hamás, lo que hizo que las «tropas israelíes se asustaran y no se lo pensaran a la hora de disparar» (The Washington Post, 24 de diciembre de 2023). Al menos, los israelíes están investigando la matanza y contarán con la ayuda de un perro de combate con una cámara GoPro que grabó las voces de las tres víctimas.  Por supuesto, si estas hubieran sido palestinas no habría habido publicidad, y mucho menos una investigación.  Nunca sabremos cuántos palestinos inocentes han sido asesinados de forma similar.

El propio Estados Unidos apoya a Israel vetando o absteniéndose en todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que critican a Israel.  Desde la Guerra de Octubre de 1973, Estados Unidos ha vetado más de 50 medidas.  Cuando el Gobierno de Obama se abstuvo [sin oponerse] de una resolución de 2017 que declaraba ilegales los asentamientos israelíes en Cisjordania, hubo considerables críticas en el Congreso.  El mes pasado Estados Unidos incluso se abstuvo en una resolución de la ONU que simplemente apoyaba ayuda humanitaria adicional para Gaza.

Mientras tanto, Estados Unidos no ha criticado el asesinato por parte de Israel de más de 70 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación, en su mayoría palestinos, lo que supone el conflicto más letal para los periodistas jamás registrado por el Comité para la Protección de los Periodistas.  Los israelíes también han matado a más de una docena de escritores y poetas palestinos, así como a más de cien cooperantes internacionales, algunos de ellos junto a sus familiares.

El Secretario de Estado Antony Blinken, uno de los principales apologistas de Israel, se ha limitado a afirmar que «queremos asegurarnos de que se investiga, de que entendemos lo que ha ocurrido y hay rendición de cuentas».  El asesinato de periodistas es un intento israelí de asegurarse de que el resultado de la guerra de Israel no se registra con exactitud.  Incluso el Post se refirió a las declaraciones de Blinken como «una respuesta nada honesta».

El legado de Netanyahu está asegurado.  Cuando en el futuro se hable y analice Guernica, el gueto de Varsovia y Gaza, los nazis y Benjamin Netanyahu serán condenados de modo similar.

Mientras tanto, todos los estadounidenses tienen mucho que aprender.  El presidente Biden debería pensar en la derrota del vicepresidente Hubert Humphrey ante Richard Nixon en las elecciones presidenciales de 1968 por su tardía oposición a la guerra de Vietnam.  Y para comprender mejor el apartheid israelí y la miserable vida de los palestinos en Cisjordania, lea «Un día en la vida de Abed Salama: Autonomía de una tragedia de Jerusalén», de Nathan Thrall.

Melvin A. Goodman es investigador principal del Center for International Policy y profesor en la Universidad Johns Hopkins.  Antiguo analista de la CIA, sus libros más recientes son «American Carnage: Las guerras de Donald Trump» (Opus Publishing, 2019) y «Containing the National Security State» (Opus Publishing, 2021). Goodman es columnista de seguridad nacional en counterpunch.org.

Fuente: https://www.counterpunch.org/2024/01/01/unmitigated-horror-guernica-the-warsaw-ghetto-and-now-gaza/

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Fuente: Rebelion